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Los bulbos de flores son estructuras subterráneas que almacenan nutrientes esenciales, permitiendo que las plantas sobrevivan durante periodos de inactividad y florezcan en la temporada adecuada. Estos bulbos contienen todo lo necesario para que la planta crezca y florezca, lo que los convierte en una forma fácil y popular de cultivar una amplia variedad de flores.
Ejemplos comunes incluyen tulipanes, narcisos, crocus y calas, todas ellas populares por su facilidad de cultivo y sus impresionantes flores.
Muchas de las flores más populares y hermosas crecen a partir de bulbos. Entre ellas se incluyen los tulipanes, narcisos, jacintos, lirios y dalias. Estas plantas son apreciadas por sus colores vibrantes y formas únicas, y cada una de ellas tiene requisitos específicos de cultivo que garantizan una floración espectacular.
Algunos bulbos pueden permanecer en la tierra durante todo el año, incluso en invierno, y rebrotar cada temporada sin necesidad de ser desenterrados. Ejemplos de estos bulbos son los narcisos, jacintos, crocus y azucenas. Estos bulbos son perennes y resistentes, capaces de soportar las inclemencias del tiempo sin perder su capacidad de florecer anualmente.
Los bulbos deben plantarse en un lugar donde reciban suficiente luz solar, al menos 6 horas al día, y en un suelo bien drenado para evitar la pudrición. Las áreas soleadas de tu jardín son ideales, pero algunos bulbos, como los lirios y azucenas, pueden tolerar un poco de sombra. Es importante preparar bien el suelo con compost o fertilizante orgánico antes de la plantación para asegurar un crecimiento saludable.
La época de plantación depende de la especie. Los bulbos de flores de primavera, como los tulipanes y narcisos, se plantan en otoño, mientras que los bulbos de flores de verano, como las dalias y gladiolos, se plantan en primavera. Plantar en el momento adecuado es crucial para asegurar una floración exitosa.